La palabra ‘entorno’ proviene del griego en, ‘entre’ y tornos, que significa "alrededor de". Por lo tanto, se define como todo lo que rodea a un organismo y queda especificado como exterior a él por sus propias actividades.
Así, el concepto ‘entorno’ aparece como descriptivo e implica una noción sistémica y relacional, integradora e integrante de un universo de objetos y de relaciones y simultáneamente revela una entidad física de carácter específico, con sus límites acotados. Es pues un ‘campo’, un nudo de elementos y relaciones que surge en función de un sistema observacional dado, que a su vez solo existe para un campo de interacciones determinadas. Situar el sentido de la interacción implica precisar el marco definitorio del concepto que nos ocupa (Hernández, 1985).
En general, el entorno presenta elementos unidos por una estructura la cual facilita y refleja las relaciones y los intercambios entre organismos y los elementos físicos del mundo. Estas relaciones son básicamente espaciales.
Según Hernández (1985:18) los componentes de dicho sistema para el individuo son: perceptivo (como se experimenta el mundo), expresivo (la influencia que ejercen las formas, colores, texturas) estético (de los valores), adaptativo (favorecer o inhibir actividades) integrativo (en relación con los grupos sociales) instrumental (las facilidades que el entorno ofrece) y el sistema general de relaciones ecológicas que proporciona.
Para el ser humano, la representación del entorno presenta diversos niveles, esto es, la base biológica y los diversos tipos y formas de la estructura socio-económica en interacción con el medio físico que determinan otros niveles tales como el modo de ocupar y organizar socialmente el territorio y las formas jurídicas-políticas que segmentan, posibilitan o impiden la conducta y dictaminan sobre su normalidad o patología (Hernández, 1985: 21).
En las estructuras socio-económicas y particularmente en las formas jurídicas y políticas destacan los mecanismos para modelar constantemente la conducta de individuos y grupos y reforzar la culturalización a través de las relaciones sociales e interpersonales (la educación, el sistema familiar).
En las estructuras socio-económicas y particularmente en las formas jurídicas y políticas destacan los mecanismos para modelar constantemente la conducta de individuos y grupos y reforzar la culturalización a través de las relaciones sociales e interpersonales (la educación, el sistema familiar).
En consecuencia, el entorno es un conjunto de elementos unidos que facilita y refleja las relaciones y los intercambios entre las personas y los elementos físicos del mundo. Estas relaciones son básicamente espaciales, pero se pueden identificar los siguientes niveles: el medio biofísico natural; el medio físico construido; el orden cultural y social y el orden simbólico (Hernández, 1985: 21).
Reflexionando acerca del medio físico construido, el orden cultural y simbólico, González Ochoa (2007:15) subraya:
“El espacio construido es un mediador de las normas del sistema productivo…
Sabemos que todo sistema social está orientado en dirección a la estabilidad, a la conservación del dominio que un grupo ejerce sobre el resto de la población; por tanto, a la perpetuación de ese sistema. La lógica del sistema se desdobla en todos los niveles de la vida cotidiana... Las normas del sistema se expresan por diferentes mediaciones y en todos los casos con la tendencia a imponer un orden, a orientar las acciones individuales y colectivas, y esta orientación expresa un sistema de valores y de ideologías. Por ser mediación de las relaciones sociales, el espacio construido forma parte de los mecanismos de equilibrio del sistema, uno de los más eficaces pues está presente en toda la vida cotidiana de los hombres y no es posible escapar a él…”
Referencias
1. Camacho Cardona, Manuel (2001) DICCIONARIO DE ARQUITECTURA Y URBANISMO. México; Editorial Trillas.
2. Hernández, F. (1985). La Conceptualización del entorno. Una aproximación problemática. En Hernández, F., Remesar, A. y Riba, C. ENTORNO AL ENTORNO (pp.15-48). Barcelona, España: Editorial Glauco-Laertes.
3. Narváez Tejerina, Adolfo (1999). LA CIUDAD LA ARQUITECTURA Y LA GENTE. Diseño participativo y didáctica medioambiental II. Nuevo León, México: Universidad Autónoma de Nuevo León.
4. Thakurdesai, S. G. (1978). El sentido del lugar en la arquitectura anónima griega. En Alexander et al. LA CIUDAD INTERIOR. Barcelona, España: Gustavo Gili. P. p 89 a95.
5. Vázquez Días, Ada Milca (2005) Urbanización y Medio Ambiente. Tesis de grado en maestría en arquitectura (urbanismo). México, Facultad de Arquitectura-UNAM