13/2/24

7.2 Cognición Ambiental

El concepto cognición y su adjetivo cognitivo se emplean para designar los procesos mentales que hacen sensible el conocimiento del mundo. En estos procesos intervienen la delimitación de la figura del fondo, relaciones internas entre elementos y la formación de conceptos, la búsqueda heurística de elementos significativos, la formación de hipótesis, la comparación con modelos a corto y largo plazo y la codificación o etiquetado lingüístico así como la solución de problemas.

Por cognición ambiental –según Aragonés (1991:65)-- se entiende “el conocimiento, imágenes, información, impresiones y creencias que los individuos y grupos tienen acerca de los aspectos elementales, estructurales, funcionales y simbólicos de los ambientes físicos reales o imaginarios, sociales, culturales, económicos y políticos”.

La clave de la conducta humana consiste en llegar a conocer cómo la gente percibe el mundo que le rodea, es decir, la manera en que estructura su relación como organismo en el medio natural y el medio cultural produciendo sus “representaciones cognitivas”.

Para entender la cognición ambiental existen dos enfoques posibles. El primero se fija en el proceso y la segunda en los contenidos. Razones por lo que se trata de un tema de estudio interdisciplinario cuyos aspectos básicos enunciamos pero la profundización en estos se deja al interés del lector.

Los mapas mentales tienen como función facilitar la localización y movimiento dentro del espacio físico. Por lo que son, en general, como un esquema de orientación que acepta información y dirige la acción.

Sin embargo, ante sobrecarga en la información son claves para el ciudadano las siguientes propiedades cuya definición hace Kelvin Lynch para los ambientes urbanos (Aragonés, 1991: 69):

Ø Identidad. Imagen eficaz porque se distingue, es reconocible como entidad separable, es decir, individual.
Ø   Estructura. Es la relación especial o pautal del objeto con el observador y con otros objetos.
Ø  Significado. Debe expresar algo emotivo o práctico para el observador.
Ø  Sendas. Son conductos que sigue el observador normalmente, ocasional o parcialmente. Pueden estar representados por calles, senderos, líneas de tránsito, canales o vías férreas.
Ø  Bordes. Son límites entre dos fases, rupturas lineales de la continuidad, como playas, cruces de ferrocarril, muros. Constituyen referencias laterales y no ejes coordinados.
Ø  Barrios. Son las secciones de la ciudad cuyas dimensiones oscilan entre medianas y grandes, concebidas como en un alcance bidimensional, en el que el observador entra en su seno mentalmente y que son reconocibles como si tuvieran un carácter común que los identifica.
Ø  Nodos. Son los puntos estratégicos de una ciudad a los que puede ingresar un observador y constituyen los focos intensivos de los que se parte o a los que se encamina. Pueden ser ante todo confluencias, sitios de una ruptura en el transporte, u cruce o convergencia de sendas, momentos de paso de una estructura a otra.
Ø  Mojones. Son otro tipo de punto de referencia, pero en este caso el observador no entra en ellos, sino que le son exteriores. Por lo común se trata de un objeto físico definido con bastante sencillez, por ejemplo, un edificio, una señal, una tienda, o una montaña. Su uso implica la selección de un elemento entre una multitud de posibilidades.

Las diversas manifestaciones del ambiente van siendo integradas por las personas para formar o desarrollar los esquemas cognitivos correspondientes a los ambientes urbanos. Todo tipo de señales se procesa. Por consiguiente, todos los sentidos intervienen.

Al respecto cabe destacar que uno de los papeles predominantes de los mojones es su función como elemento de aviso o de punto de localización para las personas no excesivamente familiarizadas con el ambiente. Las sendas son los elementos de unión de los mojones, las que dan la forma secuencial del conocimiento.

Así, a medida que los sujetos tienen más familiaridad con el ambiente, aumenta el número de nodos y sendas y se estabiliza el número de mojones por lo que estos son importantes en el aprendizaje de ambientes nuevos.

Por su parte K. Lynch señala que existen mapas cognitivos colectivos a los que llama imágenes públicas, es decir, muchos habitantes de la ciudad tienen la misma imagen de ella, o al menos coinciden en gran número de elementos.

Como hemos visto el ambiente se define como todos los contextos en que el sujeto se pueda desarrollar (calle, trabajo, escuela, casa, etc.) y afecten al conjunto del grupo al que pertenece aquel.
Sin embargo, las personas no siempre se percatan del modo en que el ambiente afecta su comportamiento. Pero esto es lo que ocurre y las premisas básicas de este enfoque son:

·      El ambiente es tanto físico como social en su interrelación con el comportamiento. No se entiende uno sin los otros.

·       Importa tanto los aspectos del espacio construido como las cuestiones relacionadas con los espacios y recursos naturales (ecosistemas).

·      El ambiente social y conductual se refiere al espacio personal, territorialidad, intimidad, hacinamiento, ‘ecología’ del grupo pequeño y el comportamiento pro ambiental.

·         Los efectos del ambiente sobre la conducta del sujeto como aquellos otros producidos por la conducta sobre el ambiente son bidireccionales y recíprocos.

·         La unidad de análisis es la persona en el entorno.

·         Persona y entorno se definen dinámicamente y se transforman mutuamente a lo largo del tiempo.

·         La estabilidad y el cambio coexisten mutuamente.

·         La dirección del cambio es emergente, no establecida a priori.

·         Es importante buscar tanto las fuentes del cambio como la forma en que el cambio a un determinado nivel afecta a otros niveles, creando nuevas configuraciones de persona-entorno.

·         Se trata de entender el ambiente tal y como lo experimentan las personas en su vida diaria.

·         Es un enfoque interdisciplinar.

En lo individual, los estresores ambientales como la temperatura, el ruido, los desechos tóxicos, la presión demográfica, las inundaciones, las sequias, entre otros, tienen un impacto significativo en la salud y bienestar de los seres vivos. Las personas se adaptan a estos estresores activando conocimientos, normas, desarrollando habilidades y estrategias cognitivo-conductuales y modificando sus actitudes.

Bibliografia
1. Aragonés, Juan Ignacio. (1991) “Capitulo 4. Cognición Ambiental” (Paginas 65 a 81), en: Introducción A La Psicología Ambiental. México: Alianza Editorial.
2. Rodríguez Sanabria, Fco. (1991) “Capitulo 3. Percepción Ambiental”, (Paginas 51 a 64), en: Introducción A La Psicología Ambiental. México: Alianza Editorial,
3. Vargas Melgarejo, Luz María (1994). “Sobre el concepto de percepción”; (páginas 47 a 53), en: ALTERIDADES. Sobre el conocimiento antropológico. UAM- Iztapalapa. Año 4, numero 8.