3/1/17

5. Ciudad de México en la primera mitad del Siglo XX

Nada es nuevo bajo el sol y aparentemente cada huella es distinta. En el fondo, las obras y edificaciones muestran el aprecio o desprecio que tiene cada sociedad hacia el espacio que habita.

En la Ciudad de México y durante el siglo XIX surge el hombre urbano quien ansía desprenderse de la vida rural, se ubica en el solar urbano y desea una imagen moderna y cosmopolita que conforma durante el siguiente siglo

Dicho deseo acompaña el cambio de valores y la rápida urbanización de las colonias con lo que se logra cierta identidad en estas las cuales se diferencias de los añejos barrios. Anhelo que impulsa la conservación y la re-ubicación de los monumentos existentes e incluso la demolición de muchos de ellos.

Al mismo tiempo, surgen 'espontáneamente' y se expanden en la periferia de manera acelerada las colonias populares mientras que la actividad comercial incrementa y consolida  en el centro histórico.

A la transformación física corresponde un cambio sociocultural y psicológico debido a la consolidación de nuevos sectores sociales con costumbres y prácticas distintas tales como la vida nocturna con sus ambientes y costumbres características.

La novedad en la ciudad lleva a la infinita recreación y sustitución en formas múltiples de la naturaleza pues se estima que todo tiempo futuro será mejor ya que se reinventa lo existente gracias a la tecnología.

Todo ello lleva a la homogeneidad en las formas culturales de la vida cotidiana que se traduce en expresiones construidas, en fachadas, rincones, lugares y recorridos que muestran cierto arraigo territorial. Se trata del sentimiento de modernización como aspiración asumida que también se expresa en el valor otorgado a las esculturas que los diversos países del mundo donaron para 'embellecer' la ciudad durante las Olimpiadas de 1968.

Todo ello prepara el cambio en la geografía urbana y la erosión de la memoria del ciudadano pues el reconocimiento del valor de lo económico, productivo o comercial, lleva a la generalización de nuevas costumbres asociadas a esos valores que explican la premura en la vida cotidiana  y   el desinterés  por la multiplicidad de los elementos urbanos ya que se consideran efímeros e incluso a censurar como inútil el recuerdo y el disfrute sensual del cambiante ambiente físico.

Sin embargo, las apreciaciones y visiones de las alteraciones del ambiente físico son heterogéneas y variables por parte de los distintos grupos sociales urbanos los cuales no se percatan del escenario diario sino que captan fragmentos gracias a distintos trayectos y transportes pero sin lograr una rigurosa imagen total e integral política o comercial de la metrópoli. En buena parte, esto es casi imposible debido a la magnitud real que la misma ha ido alcanzando.

Así la ciudad influye al ciudadano por adaptación o familiaridad. Pero siempre, al final, se logra una relación y adecuación de ámbitos y trechos que se transforman.

Entonces podemos afirmar que el entorno es y en parte nos instiga a ser. Este es un vinculo que siempre logra correspondencia. somos el entorno.