El proceso esta asociado a una metáfora subyacente (inconsciente o implícita) o consciente y explicita. Por esto mismo, la referida idea requiere comprensión profunda. Esto es posible al analizar el elemento que nos inspira, es decir, requiere definir la cosa, objeto o fenómeno 'motivador' de la manera más completa posible para después identificar sus componentes, las relaciones entre estos y posteriormente establecer cierta vinculación con formas existentes mediante imágenes o fotografías.
A partir de todo lo anterior, el diseñador selecciona sabiamente los componentes más importantes --objetivos o de interés subjetivo para el creativo-- y establece el concepto arquitectónico. Pero durante el proceso es posible que se agreguen conceptos complementarios o supervinientes de importancia para ´redondear´o perfeccionar lo que se esta trabajando.
El proceso hasta aquí referido, en realidad, es iterativo, es decir, cada paso refuerza al siguiente u obliga a regresar e iniciar nuevamente para mejorar y avanzar de manera más segura pero sucesiva.
Así, el concepto arquitectónico surge de la transición de la idea referida o una metáfora pero se requiere su selección en relación con el espacio, estética, el entorno, necesidades del futuro usuario para que le otorgue sentido al proyecto y después a la obra. Y el dibujo es la herramienta para apoyar ese proceso y lograr identificar nuestra percepción del lugar, el propósito, el procedimiento para impulso a la composición u ordenación creativa de todos los elementos referidos.
En efecto, aplicando los elementos básicos del diseño y los principios ordenadores al concepto arquitectónico surgirán propuestas de formas que atiendan a las necesidades de espacios en las relaciones adecuadas. Se trata de una ´traducción´del tema o idea inicial al lenguaje arquitectónico, espacial. Y ´configurar´ el concepto arquitectónico de cuyas variantes o perfeccionamientos, al seleccionar estas, se arriba una propuesta final.